Escribe: Lucía Pérez Chabaneau
Directora Ejecutiva Amnistía Internacional Uruguay
La situación de las cárceles en Uruguay es dramática. Lo sabemos desde hace mucho tiempo; y sólo ha empeorado. El crecimiento sostenido de personas privadas de libertad, el hacinamiento y las condiciones inhumanas, las carencias de acceso a la salud, las muertes violentas y las altas tasas de reincidencia muestran un colapsado sistema penitenciario con escasas posibilidades de mejorar, si no se toman acciones urgentes y que involucren los diversos aspectos del problema.
En nuestro Informe Anual 2023 planteábamos que, un sistema agotado no cumple con sus funciones de sancionar a quien comete un delito, y reintegrar socialmente a quien ha cumplido con su pena. Para romper este círculo vicioso, son necesarias medidas generales que vayan más allá de la reclusión como única respuesta. La prevención del delito, el uso apropiado de las medidas alternativas a la privación de libertad, centros penitenciarios más reducidos y con mejores condiciones, acceso adecuado a la salud y la alimentación, así como una estructura que fomente la educación y el trabajo para generar condiciones de reintegración son centrales para brindar garantías, no solo a las personas privadas de libertad, sino a toda la población.
Según las encuestas de opinión pública, la seguridad es la principal preocupación de las personas. El sistema penitenciario es un aspecto importante de la seguridad pública, aunque no es el único. La crisis evidente de las cárceles en Uruguay requiere un enfoque coordinado para abordar la baja posibilidad de reinserción social y la alta tasa de reincidencia de las personas que egresan del sistema penitenciario. Un esfuerzo político y social significativo para mejorar las condiciones de vida en las cárceles y asegurar un mayor acceso a programas educativos, laborales y de apoyo psicológico que faciliten la reinserción.
Actualmente, se están llevando a cabo diálogos entre actores parlamentarios, instituciones estatales y la sociedad civil, reflejando la creciente preocupación y disposición para abordar estos problemas. Desde Amnistía Internacional hemos estado participando de estas instancias y colaborando, por ejemplo, pensando en alternativas para mujeres privadas de libertad con hijos/as a cargo.
La alarma suena desde hace tiempo, ojalá la escuchemos de una vez.