Construyendo la Inmunidad en la Comunidad: Respuestas de los Pueblos Indígenas en Canadá a la pandemia del COVID-19.

Las comunidades indígenas están trabajando para garantizar la seguridad de sus miembros en respuesta a la pandemia del COVID-19.

Diferentes comunidades enfrentan diferentes amenazas y desafíos, y están desarrollando soluciones efectivas basadas en las necesidades de las personas y los recursos disponibles. Muchos necesitan mejores equipos y servicios de atención médica, muchos están preocupados por el hacinamiento de las viviendas, mientras que otros se ponen en contacto con las personas mayores, comparten alimentos y medicinas tradicionales y crean planes de emergencia.

Amnistía Internacional está visibilizando la situación de varias comunidades en Canadá, sus preocupaciones y las soluciones que han desarrollado frente al COVID-19. También estamos conectando a los activistas con oportunidades para trabajar por los derechos indígenas y asegurar que todos reciban la ayuda que necesitan durante esta pandemia.

Contexto histórico

El derecho de los pueblos indígenas al bienestar es esencialmente el mismo que el derecho a la autodeterminación y la soberanía. Estos derechos, y de hecho todos los derechos indígenas, están fundamentados y derivan del territorio: las relaciones que un pueblo mantiene con sus tierras, aguas y otras entidades, las enseñanzas que el territorio inculca, así como la conexión y la identidad propia que se enlazan con la pertenencia aun lugar.

Los pueblos indígenas gozaban de buena salud en tiempos previos al contacto debido a sus estilos de vida activos y las dietas seguras y tradicionales. Las personas mayores y las historias comunitarias nos cuentan que las personas vivían largas vidas y se mantenían en buena salud. Esta buena salud incluía elementos ceremoniales, nutricionales, sociales y físicos. Los proveedores de atención médica importantes incluían personas mayores, parteras, curanderos y líderes ceremoniales.

Las leyes tradicionales sobre alimentos e higiene mantenían a los pueblos saludables. Los estilos de vida previos al contacto con otros a menudo tenían muchas otras características que protegían su salud, incluidos los asentamientos pequeños, la densidad de población relativamente baja, la movilidad continua en tierra y agua, las reubicaciones estacionales a sitios diferentes, el conocimiento íntimo del clima local, economías sostenibles y la disponibilidad de una variedad de alimentos. Se enseñaba enfoques holísticos para el cuidado preventivo de la salud como valores culturales fundamentales y eran muy apreciados por las comunidades y las familias. Cuando un miembro de la comunidad se enferma, la familia y la comunidad brindan apoyo y consuelo, una práctica que continúa en la actualidad.

Entonces, en tiempos de crisis y pandemia, el reconocimiento y el respeto de la soberanía de un pueblo indígena es primordial para garantizar el bienestar de un pueblo. La capacidad de los pueblos indígenas para estar culturalmente bien depende de la libertad que tienen para tomar decisiones para la comunidad, como comunidad.

A lo largo de esta pandemia, los impactos de décadas de abandono y las políticas discriminatorias afectan las respuestas de la comunidad y del Estado y afectan a los pueblos indígenas de una manera extrema y grave. Los problemas crónicos como la asimilación, la discriminación institucionalizada, el despojo de tierras, la pérdida del idioma y la cultura, la criminalización de los pueblos indígenas y la violencia contra las mujeres, las niñas y las personas de dos espíritus y otros géneros se están descuidando o dejando de lado mientras el foco cambia para responder a la pandemia.

Los pueblos mismos están bajo presiones adicionales de sus miembros y gobiernos estatales para garantizar la seguridad de toda la comunidad. Sin embargo, debido a los factores ya mencionados, estos pueblos pueden carecer de medidas para hacer cumplir las directivas de distanciamiento físico; carecen de recursos o capacidades que brinden a los pueblos de estar a la altura del desafío para responder a esta pandemia; y puede experimentar problemas para convencer a los miembros de la comunidad a respetar los derechos de otros a la seguridad, la salud y el bienestar.

Estudio de Caso: Pueblos indígenas norteños y remotos de Manitoba, Canadá

El norte de Manitoba permanece cerrado a los viajes no esenciales para detener la propagación del COVID-19. Sin embargo, la provincia consideró que la construcción de la presa Keeyask era un servicio esencial. Los cuatro pueblos originarios–la Nación Cree Tataskweyak, la Nación Cree Lake Fox, la Primera Nación War Lake y la Nación Cree de York Factory -se asociaron con Manitoba Hydro para construir y operar la presa.

La compañía Manitoba Hydro no cumplió con las solicitudes de los pueblos originarios de restringir el acceso al proyecto Keeyask debido a la preocupación de que el COVID-19 podría extenderse rápidamente en el campamento y las comunidades cercanas. Después de una extensa protesta pacífica, Manitoba Hydro llegó a un acuerdo con los cuatro pueblos originarios para trabajar juntos con el fin de proteger a las comunidades delCOVID-19. Manitoba Hydro debe fortalecer esta asociación para abordar todas las preocupaciones sobre la salud, la seguridad y el bienestar de los pueblos indígenas en la represa Keeyask, incluido el acoso y la violencia racista, sexista y homofóbica que los pueblos indígenas, y en particular las mujeres indígenas, han experimentado mientras trabajaban en Keeyask.

Hilda Anderson-Pyrz es una mujer indígena Cree de la comunidad O-Pipon-Na-Piwin, de las costas de South Indian Lake en el norte de la provincia de Manitoba. Ella es la gerente de la Unidad de intermediación de mujeres y niñas indígenas asesinadas y desaparecidas de Manitoba Keewatinowi Okimakanak (MKO), una organización que representa a las comunidades originarias del norte de Manitoba. Hilda es una voz clave en la lucha por la eliminación de la violencia contra las mujeres, niñas y personasen sus diversidades de género de los pueblos indígenas. Además, brinda apoyo de primera línea al trabajar con familias que han perdido a sus seres queridos por la violencia, así como con mujeres y sobrevivientes de la violencia de género.

Hilda habló con Amnistía sobre las apremiantes necesidades importantes que enfrentan las comunidades originarias en el norte de Manitoba, y en particular las mujeres indígenas y las personas en sus diversidades de género que experimentan violencia en los tiempos del COVID-19.Hilda destacó los siguientes desafíos que han estado enfrentando en su respuesta a la pandemia del COVID-19:

MKO atiende a familias que han sido afectadas por homicidios, tienen un ser querido desaparecido o son sobrevivientes de violencia. Sin embargo, los servicios ahora deben prestarse de forma remota debido a las medidas de distanciamiento físico para evitar la propagación de COVID-19;

MKO presta servicios a pueblos remotos y aislados con falta de infraestructura, incluido el acceso limitado a Internet, teléfono y comunicación es por celular. Pero la infraestructura limitada impide la capacidad de MKO de llevar información a los pueblos de manera oportuna e impacta su capacidad de conectarse con personas que necesitan acceso a sus servicios y recursos.

A mediados de marzo, con las medidas recomendadas para mantener a su gente segura y las visitas a las casas de acogida restringidas, algunos pueblos indígenas optaron por cerrar sus fronteras a viajes no necesarios, y pidieron a las comunidades que revisen sus propios servicios de salud para que los prestadores de servicios médicos mayores de 60 años puedan dejar de trabajar. Pidieron también a los cazadores y curanderos que almacenen alimentos y medicinas tradicionales que se puedan usar para prevenir y tratar el COVID-19. Debido al hacinamiento en algunos hogares y a la falta de opciones de vivienda alternativas, el enfoque de MKO para el aislamiento, la cuarentena y la asistencia se centra en las familias enteras que viven bajo el mismo techo en lugar de los individuos.

MKO también responde a las necesidades de las personas que sufren violencia doméstica. El distanciamiento físico y el trabajo remoto puede ayudar a frenar la propagación del COVID-19, pero quedarse en casa puede ser inseguro para muchas personas que han sobrevivido la violencia. Cualquier influencia externa que agregue estrés y presión financiera puede tener un efecto perjudicial en los sobrevivientes y crear condiciones que amenacen aún más su bienestar.

Cuando las personas que sufren la violencia domestica son obligadas a permanecer en su hogar o cerca de su agresor durante largos períodos de tiempo, el agresor puede aprovechar cualquier oportunidad para ejercer poder sobre su víctima. En un período de distanciamiento físico necesario, promovido por el gobierno y las organizaciones de salud pública, un abusador puede aprovechar una situación ya estresante para ganar más poder.

MKO trabaja con comunidades afectadas por los proyectos de Manitoba Hydro. Las comunidades cercanas al sitio de construcción de la represa hidroeléctrica Keeyask continúan denunciando la violencia y el acoso sexista, homofóbico y racista. Manitoba Hydro ha ignorado sus preocupaciones. Las comunidades expresaron preocupación por la posible propagación de COVID-19 a sus pueblos, ya que el proyecto de construcción Keeyask continúa operando durante la pandemia. Estas preocupaciones también han sido ignoradas por Manitoba Hydro.

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