Dos meses de asedio cruel e inhumano, otra prueba más de la intención genocida de Israel en Gaza

“Israel debe poner fin de inmediato a su devastador asedio de la Franja de Gaza ocupada: constituye un acto genocida, una forma flagrante de castigo colectivo ilícito y el crimen de guerra de utilizar el hambre de la población civil como método de guerra”, ha declarado Amnistía Internacional cuando se cumplen dos meses desde que Israel volvió a imponer la prohibición de entrada de ayuda humanitaria y artículos comerciales en la Franja, el 2 de marzo de 2025.

Bloqueando la entrada de suministros críticos para la supervivencia de la población, Israel continúa su política de imponer deliberadamente a la población palestina de Gaza unas condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física; esto constituye un acto de genocidio. 

Desgarradores nuevos testimonios recogidos por Amnistía Internacional durante el mes de abril revelan el catastrófico coste humano de los dos meses de asedio total de Israel en el que se están usando el hambre y la negación de artículos esenciales y vitales como armas de guerra en violación flagrante del derecho internacional.

“El alcance del sufrimiento humano en Gaza en los últimos 19 meses es inimaginable y es consecuencia directa del genocidio en curso de Israel. Aparte de un breve respiro durante la tregua temporal, Israel está convirtiendo Gaza, sin descanso ni piedad, en un infierno de muerte y destrucción”, afirma Erika Guevara Rosas, directora general de Investigación, Incidencia, Política y Campañas de Amnistía Internacional.

“En los últimos dos meses, Israel ha cortado totalmente el suministro de ayuda humanitaria y otros artículos indispensables para la supervivencia de la población civil en un esfuerzo claro y calculado de castigar colectivamente a más de dos millones de civiles y de hacer que Gaza sea inhabitable. Esto es puro genocidio.

“La comunidad internacional no debe seguir callada mientras Israel perpetra estas atrocidades con impunidad. Los Estados, especialmente los aliados de Israel, deben actuar ya y adoptar medidas concretas para presionar a Israel a fin de que levante inmediatamente su asedio total y permita la entrada sin restricciones de ayuda humanitaria y su distribución segura en toda Gaza. Un alto el fuego sostenido es esencial para garantizar que esto pueda ocurrir”.

Esta semana en La Haya, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) está celebrando vistas públicas para examinar las obligaciones de Israel en relación con la presencia y actividades de la ONU y otras organizaciones internacionales en el Territorio Palestino Ocupado (TPO), incluida la provisión de asistencia humanitaria. Amnistía Internacional reitera la urgencia crítica de permitir que la UNRWA, y otras agencias de la ONU y organizaciones humanitarias lleven a cabo su labor vital en todo el TPO sin obstrucciones.

La negativa de Israel a permitir la entrada de ayuda humanitaria en Gaza desobedece también reiteradas órdenes de la CIJ de garantizar que la población palestina tiene acceso a asistencia humanitaria y servicios básicos suficientes.

Amnistía Internacional ha entrevistado a 35 personas internamente desplazadas que se refugian en la ciudad de Gaza y 6 residentes de Beit Lahia, que describen el sombrío panorama de una población tambaleándose al borde de la supervivencia.

Además de bloquear la entrada de toda la ayuda humanitaria, la decisión de Israel de cortar el suministro eléctrico de la principal desalinizadora de Gaza el 9 de marzo ha obstaculizado aún más el acceso a agua potable. La desalinizadora era la única instalación de Gaza reconectada a la red eléctrica de Israel en noviembre de 2024 después del apagón total impuesto desde el 11 de octubre de 2023.

El colapso de la tregua con la reanudación de los ataques israelíes el 18 de marzo, que han matado al menos a 2.325 personas, 820 niños y niñas entre ellas, ha acabado con cualquier atisbo de esperanza para la población palestina de Gaza.

“Creíamos que íbamos a tener por fin la oportunidad de llorar a nuestros muertos en paz, de enterrar a quienes no habíamos podido enterrar y de comenzar la vida”, dijo a Amnistía Internacional una persona residente.

“Las condiciones eran muy duras, pero por lo menos podríamos empezar a planear algo que no fuera la muerte”.

Las amplias órdenes de “evacuación” y las zonas de acceso restringido abarcan ya casi el 70% de la Franja de Gaza, lo que obliga a la población a abandonar lo que queda de las escasas fuentes de sustento y el acceso a medios de subsistencia para quienes se dedican a la agricultura y la pesca.

Las consecuencias son un daño irreversible a la población palestina. Alimentos básicos como el pescado y la carne se han vuelto prohibitivamente caros, lo que ha abocado a innumerables familias al hambre.

Un pescador cuenta así la apuesta mortal que se ve obligado a hacer debido al riesgo de que el ejército israelí le dispare mientras está en el mar:

“Cuando salgo a pescar, sé que el peligro de no volver a casa con mi familia es grande… pero no tenemos otra opción. La supervivencia de mi familia depende del dinero que podamos obtener vendiendo el pescado en el mercado… y eso podría costarte la vida”.

Hay personas que se aprovechan de la grave escasez de comida y la exacerban acaparando o saqueando suministros y vendiéndolos a precios exorbitantes. En medio de una grave crisis de liquidez, las comisiones para retirar dinero podrían alcanzar el 30%. En la actualidad, la mayor parte de la población palestina de Gaza sólo puede sobrevivir gracias a las masificadas cocinas comunitarias donde las personas desplazadas soportan horas de espera para conseguir un sustento mínimo, a menudo una única comida al día.

“No preguntamos si los alimentos son nutritivos o no, si son frescos o buenos; eso es un lujo, sólo queremos llenar el estómago de nuestros hijos e hijas. No quiero que mi hijo muera con hambre”, dijo una persona desplazada.

Durante el conflicto, incluso durante la tregua, las autoridades locales de Gaza no han tomado medidas significativas para acabar con los abusos y la especulación. Su aparente desprecio por la población civil ha hecho que, en las últimas semanas, cientos de manifestantes en Gaza, sobre todo en Beit Lahia, tomaran la calle para exigir la caída de Hamás.

La crisis ha tenido un impacto especialmente devastador en bebés y en las madres lactantes y embarazadas. Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), el 92% de los y las bebés de entre 6 y 23 meses, y las madres lactantes y embarazadas no cubren sus necesidades nutricionales.

La escasez de agua, problema endémico en Gaza debido a los 17 años de bloqueo israelí, es ahora crítica y hay quienes recurren a beber agua de mar. Los daños a las infraestructuras y la escasez de combustible ha limitado gravemente el acceso a agua potable. Residentes de Beit Lahia dijeron que no habían tenido agua para uso doméstico durante cinco días seguidos.

“Desperté con sed, ni siquiera podía hablar”, dijo una persona. “Para conseguir apenas unas botellas de agua potable, tuve que enviar a mi hijo a hacer fila para el agua durante horas a un lugar distante al que tenía que ir caminando. Con el bombardeo incesante y el peligro acechando en todas partes, no sabes. Podrías enviar a tu hijo a conseguir agua sólo para que vuelva en una bolsa mortuoria. Todos los días son así aquí”.

La falta de gas para cocinar, la escasez de madera y la imposibilidad de conseguirla están obligando a la gente a quemar materiales peligrosos como basuras y nylon para cocinar y calentarse, lo que causa enfermedades respiratorias generalizadas, sobre todo entre las mujeres, que suelen ser quienes hacen fuego para cocinar.

El sistema de salud de Gaza ha quedado destruido en gran medida bajo los ataques de Israel y la negación de acceso a la ayuda humanitaria. Personal médico del hospital pediátrico de Al Rantissi de la ciudad de Gaza, que sólo pudo reabrir durante la tregua, informan de carencias críticas de material y equipos médicos esenciales.  

“Somos el único hospital de Gaza que hace diálisis infantil […] tras el asedio, venimos teniendo carencias, incluso para las fístulas arteriovenosas que el personal médico tiene que preparar para que las criaturas reciban la diálisis”, dijo un miembro del personal médico.

“También observamos el impacto del hambre en los niños y niñas que vienen aquí para recibir tratamiento: se desvanecen […] recomendamos que padres y madres presten una atención específica a la criatura, que le den alimentos específicos, y sabemos que lo que recomendamos es un imposible”.

Otro miembro del personal médico destacó el número cada vez mayor de niños y niñas malnutridos, incluidos bebés que no tienen fórmula infantil, y la escasez crítica de medicamentos vitales como la insulina. 

Amnistía Internacional se opone a cualquier intento de usar la ayuda humanitaria como arma, para el desplazamiento forzado o para crear zonas discriminatorias de reparto de la ayuda, todo lo cual constituiría una violación del derecho internacional.

“Es deplorable el despreciable incumplimiento por parte de terceros Estados de sus responsabilidades legales de prevenir y poner fin al genocidio de Israel en Gaza, así como de su obligación de garantizar el respeto al derecho internacional humanitario en todo el TPO. Las décadas de inacción de estos Estados han contribuido a establecer una impunidad generalizada para las persistentes violaciones de Israel y está cobrando ahora un precio sin precedentes de muerte, destrucción y sufrimiento a la población palestina”, concluyó Erika Guevara Rosas, directora general de Investigación, Incidencia, Política y Campañas de Amnistía Internacional.

“Los Estados deben actuar para que las violaciones de derechos por parte de Israel contra la población palestina sean política, diplomática y económicamente inviables; el asedio de Gaza debe acabar ya. Deben imponer un embargo integral de armas a Israel, y apoyar a la Corte Penal Internacional y cooperar plenamente con ella”.

Información complementaria

Desde junio de 2007, las autoridades israelíes imponen un bloqueo ilegal por tierra, mar y aire a Gaza, controlando efectivamente toda la franja y privando a sus residentes de sus derechos más básicos. Este bloqueo aísla a la población palestina de Gaza del resto del TPO y contribuye a mantener el sistema de apartheid israelí. Inmediatamente después de los atentados de Hamás del 7 de octubre, Israel impuso un asedio completo a Gaza durante casi dos semanas, pero incluso después de que recibiera presiones para que levantara el asedio total, Israel mantiene restricciones asfixiantes a la entrega de ayuda humanitaria a Gaza y en el interior de ésta.

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